miércoles, 3 de octubre de 2012

El golf cumple ochenta años en la isla de Tenerife

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En las Islas Canarias el golf es toda una tradición. No en vano, la primera sociedad que se creó en España fue el Real Club de Golf de Las Palmas, el 17 de diciembre de 1891; hace ya tanto tiempo, que el Royal and Ancient Golf Club of Saint Andrews (la entidad escocesa de la que emanan todas las normas sobre este deporte) todavía no había reglamentado eso del par y el hándicap. Esta vocación golfística se vio confirmada cinco años después, en 1896, con la creación, en La Orotava, del Real Club de Golf de Tenerife, el segundo técnicamente más antiguo de España. Posteriormente, en 1932, este club construyó en Tacoronte (es el único campo de Tenerife situado al norte de la isla) las actuales instalaciones, que este año cumplen 80 años y, sin duda, fueron el detonante de la tremenda afición que por este deporte hay en la isla.

Con vistas al Teide. Su casa club destila cierto sabor británico, con una elegancia un tanto decadente; herencia cultural, sin duda, de los comerciantes ingleses que hubo entre su fundadores. Y nadie que haya jugado los 18 hoyos de su campo podrá olvidar el 17; no solo por su especial orografía (entre el tee de salida y el green, hay 40 metros de desnivel), sino por la espectacular vista del Teide, que recuerda a aquella escena de la taquillera película Lost in traslation, dirigida por Sofía Coppola, en la que el protagonista, Bill Murray, juega en un campo de Tokio frente al Fujiyama.

Durante casi cinco décadas, Tenerife solo contó con este magnífico campo (en el que se jugaron, entre otros torneos, el Abierto de España y el Campeonato de España de Dobles Profesionales), hasta que, en 1980, se terminó de construir el Amarilla Golf & Country Club, en San Miguel de Abona, al sur de la isla. Diseñado por Donald Steel, entre sus 18 hoyos, el favorito de los jugadores más exigentes es el cinco, ya que para llegar a green hay que hacer volar la bola por encima del mar. Todo un reto.

Siete años después se inauguró el Golf del Sur que, como su propio nombre indica, también está situado en San Miguel de Abona. Diseñado originalmente por Pepe Gancedo –que fue seis veces campeón de España de golf y es conocido como el Gaudí de los diseñadores de campos–, fue remodelado posteriormente por Manuel Piñero (que en su día formó parte de la Armada invencible del golf español, junto a Severiano Ballesteros, Cañizares, Garrido y Rivero). Se compone de 27 hoyos (tres recorridos de nueve hoyos cada uno, denominados Norte, Links y Sur), en los que destacan los búnkeres, de arena negra autóctona, y el hoyo dos del Campo Sur, llamado popularmente el huevo frito, porque su green está literalmente rodeado de tierra volcánica.

Los años 90. El golf siguió creciendo en el sur de la isla durante la década de los 90. En 1994 nació el Centro de Golf Los Palos, un pitch & putt (nueve hoyos cortos) que resulta perfecto para los que quieran iniciarse en este deporte o para los veteranos que busquen mejorar su juego corto, en un entorno de primorosa y variada vegetación.

Tres años después se inauguró el Golf Las Américas. Su campo, diseñado por John Jacobs (que puso exquisito cuidado para que el recorrido no fuera precisamente fácil; en especial el hoyo cinco), será escenario, del 20 al 23 de septiembre, del Tenerife Open Femenino 2012, un torneo encuadrado en el calendario del Ladies European Tour que contará con la presencia de las mejores jugadoras del continente. Junto a este campo, se encuentra el hotel Las Madrigueras (cinco estrellas). De hecho, el hoyo nueve parece el jardín de este establecimiento que, con su arquitectura entre colonial y británica, es el perfecto lugar de reposo después de medirse con la dificultad del campo.

Y ya en el año 1998 vio la luz el Golf Costa Adeje. Un campo de 27 hoyos diseñado por Pepe Gancedo que, además de respetar la topografía escalonada de las tradicionales terrazas agrícolas canarias, sembró el recorrido con césped Paspalum vaginatum, una variedad que es idóneo para soportar las aguas salinas de la isla de Tenerife.

El campo de Ballesteros. Pero pesar de la notable concentración de clubes, no todo el golf de la isla tinerfeña se encuentra en el sur. En el Puerto de la Cruz, por ejemplo, se halla el Club de Golf La Rosaleda, también creado en 1998, otro pitch & putt que es perfecto para aprender o practicar, aunque su recorrido ofrece ciertas dificultades tanto por su orografía como por los fuera de límites señalizados.

En Buenavista del Norte, muy cerca de Punta Negra, se extienden los 18 hoyos del Buenavista Golf, que fueron diseñados en el año 2003 por el gran campeón Severiano Ballesteros. Conocido entre los aficionados como el Pebble Beach europeo (en referencia al famoso campo californiano, donde se juegan importantes torneos de la PGA), cinco de sus calles, tipo link (cercanas al mar), tienen como obstáculo lateral de agua al mismísimo océano Atlántico.

Y por último, hay que hablar del más joven de todos los campos de golf tinerfeños que, sin embargo, ya se ha convertido en una auténtica leyenda: Abama Golf. Inaugurado en 2005, está situado en la localidad de Guía de Isora, al noroeste de la isla. Su recorrido de 18 hoyos, diseñado por Dave Thomas –que realizó el milagro de convertir un pedregal en un vergel de exuberante vegetación, con 25.000 palmeras y 22 lagos–, en algunos puntos alcanza los 315 metros sobre el nivel del mar, lo que le proporciona unas espectaculares vistas del océano y de la isla de La Gomera. También este campo cuenta con un hotel de cinco estrellas, cuyo moderno diseño, fusionado con las tradiciones del norte de África y rodeado de vegetación, es obra del famoso arquitecto chileno-boliviano Melvin Villarroel.


Una tierra que ha dado grandes campeones
Francisco “Tito” Abreu (Tacoronte, 1943) es uno de los golfistas canarios más famosos. Profesional del Real Club de Golf de Tenerife, ganó, entre otras competiciones, el Open de Alemania (1973) y el Abierto de Madrid (1976). Fue el mentor de una generación en la que destacan Pedro Linhart (Las Palmas, 1962), que en 1999 se adjudicó el Open de Madeira, y Carl Suneson (Las Palmas, 1967), ganador, en 2005, del Open de Saint Omer.

El testigo ha sido recogido por Rafael Cabrera-Bello (Las Palmas, 1984), que en 2009 ganó el Austrian Golf Open y el pasado mes de febrero se adjudicó el Omega Dubai Desert Classic (ambos del Circuito Europeo), superando a jugadores como Rory Mcilroy y Lee Westwood.


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